Abuelo

Hace tiempo, en el 2008, le saqué una foto a mi abuelo que para mí, es sin duda una foto que lo dice todo. Es mi foto favorita de todas las que he sacado nunca. No sé por qué tiene algo especial. Será una mirada marcada de vivencias. 

Hoy mi abuelo nos ha dejado. A las 19:30. Llevamos desde el miércoles esperando ese momento, pero nunca se está preparado del todo. Hoy se ha marchado una parte de mí. Hoy, justo hoy que he estado escribiendo una carta de despedida, aunque ya sabía que no iba a poder leerla y posiblemente tampoco me escucharía. 

Mis ideas andan un poco revueltas al igual que mis sentimientos y es normal ante una pérdida. Por un lado quería agradeceros a todos el ánimo y el apoyo, y las oraciones por él y por la familia. De verdad que os sentido muy cerca. Por otro lado, quisiera compartir con vosotros el "relato" y la fotografía que inspiró a ello. 

Julián Sepúlveda Polonio, yo siempre te recordaré con esa sonrisa tuya tan característica y tu forma de decir las cosas. Tu carácter, tu fortaleza y ese no sé qué tuyo que te ganabas a todo aquel que pasase un rato a tu lado. Ha sido un placer conocerte y haberte tenido en mi vida. Y creo que con eso hablo en nombre de todos. 

Sin más...



Querida línea de expresión:

Actualmente, ese es tu nombre, aunque hay que reconocer que antaño eras más conocida como arruga. En teoría, hoy en día, las arrugas y las líneas de expresión sois cosas diferentes, pero en la realidad, o por lo menos, desde mi punto de vista, sois lo mismo o muy similar.

Te escribo esta carta, aunque aun no he tenido el placer de conocerte en persona, para decirte que admiro en cierto modo, la forma en la que surcas el rostro, contando los detalles de una vida elevada al máximo exponente. En cada uno de tus delicados dobleces, narras detalles de una época, de un pasado, de una historia. Formas parte de tantos, que podríamos contar la vida de un país entero, tan sólo mirando lo que cuentan sus caras. Tú inundas sus rostros de dolor y amargura, de persecución, de padecimientos, de hambre, de sufrimiento, y también de amor, felicidad, gloria y riqueza, señorío y bienestar.

Lo que más me asombra de ti, es todo lo que puedes contar con tan sólo las marcas de un ceño fruncido o la línea de una sonrisa. Nos hablan todas ellas de una personalidad, de un carácter, en general, de toda una vida. Es tan curioso la forma en que nos hablan sin usar ni una sola palabra, ni un sonido, ni tan siquiera nos habla el silencio. Hacemos una lectura silenciosa en un rostro marcado de experiencias.

A la vez que te digo todo esto, también te hablo del aspecto más  negativo que produce tu presencia. Dejadez, olvido, sensación de estorbo y desgraciadamente, muchos acaban apartando la mirada, o haciendo que estas personas, llenas de vivencias expresadas en el rostro, se aparten del lugar a donde dirigen la mirada. Las apartan de sus vidas, sin apenas darse cuenta de que si no disfrutan de su compañía, se lamentarán el día que un frío pedazo de mármol les visite para separarles para siempre.

Llámame cobarde si se te antoja, pues no estoy segura de querer llegar a conocerte. Supongo que esto lo digo ahora, porque aún tengo la mente joven, llena de jóvenes y descabelladas ideas. Aun tengo la intención de nacer joven, vivir joven y morir siendo aun más joven. Uno de estos propósitos ya lo he cumplido, aunque no por obra de mi voluntad. Otro de ellos, está en proceso, pues apenas estoy empezando a vivir. El otro, espero que llegue cuando lo haya vivido todo, al menos una vez, para poder irme en paz, con la mente joven, y el cuerpo aun más joven y gastado.

Aunque no hayamos pasado tiempo personalmente juntas,  ha sido un verdadero placer conocerte y leer en cada uno de tus surcos la historia de una vida.

Con respeto y cariño. 

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