en carceles animicas....

Odiada bipolaridad:
Qué extraña sensación. Amar de cero, odiar de cien… Cambios de rasante a placer y caídas en picado hacia el techo de las emociones. Es jodidamente difícil vivir con tremendos y extravagantes cambios de humor en el momento más inesperado, y resulta emocionante no saber cuándo va a pasar.
Estos cambios de humor latigan y castigan a la gente de mi alrededor, incluso a quien se lo merece. Tan sorprendente que a veces incluso yo me pongo de mal humor. Subiendo al cielo, las nubes se hacen de barro y mi sangre llueve en la tierra. ¿Por qué si? Porque no. Ya está no preguntes más. Ahora ya es tarde, pero es que lo quiero ahora. Bueno no. Que se joda, no dámelo… buah no sé. No sé es la excusa del que no sabe. Un lado le dice que si, el otro que no y no hay acuerdo entre los dos. No es indecisión, no es duda, son patadas en la espinilla con botas de punta de metal.
Te odio, pero no imagino otra forma de vivir. No sé qué sería de mí sin ti, pero me gustaría poder prescindir de ti. Me machacas y me haces polvo y no tengo remordimientos de hacer lo mismo, aunque odio hacerlo con la gente que me importa. ¿En qué quedamos? Ahora que si, y luego que no… pasando de feliz a triste y de triste a ¿enfado? ¿Hemos vuelto a lo mismo? No es fácil aguantarte y mucho menos convivir contigo. Vivo en cárceles emocionales y mi libertad afectiva me esclaviza. Mi ánimo está hundido rebotando por salir a flote. No puedo, no quiero pensar, pero no puedo ni quiero dejar de expresarme, y expresarme sin pensar no piensa en la expresión de lo que pensando podría expresar sin expresar lo que de verdad pienso.

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