Pero mira que eres imbecil

Hay que ser muy torpe para no darse cuenta de que todo es por tu culpa, y que es a ti a quien quiero.

A ver si te queda claro con esto:

Esta es la historia de una flor. De una flor salvaje que se enamoró de un jarrón. De una flor que abandono su libertad, su campo, su tierra y su sol, para vivir en un triste jarrón, tan solo por que le amaba. Aquella flor era un girasol. Un girasol, que aprendió a amar y a vivir solo con agua.

En principio parecía fácil, aunque la flor no quería vivir ahí, poco a poco se acostumbro y se enamoro perdidamente de aquel jarrón. Toda su relación era clara y pura como el agua, y todo les iba bien, hasta que ella empezó a extrañar el calor del sol, las briznas de hierba rozando su delicado tallo, y el frescor del aire puro, y aunque en verdad no extrañaba su libertad, quería aquellas cosas. En cierto modo, ella estaba dándolo todo, y lo había dejado todo para estar con el, para quedarse con aquel jarrón, pero no estaba recibiendo mucho a cambio, y se sentía frustrada, pues tampoco quería pedirle ni exigirle a aquel jarrón nada que el no quisiera darle.
Aunque bien es cierto que con poco hubiera bastado. Acercarla al sol y abrir alguna ventana para sentir la brisa.

Poco a poco, aquel bello y entrañable girasol se iba marchitando. Se moría de pena, pues amaba a aquel jarrón con toda su alma, pero no se atrevía a pedirle lo que tanto necesitaba, y eso la estaba consumiendo. No quiso ni pudo irse de su lado, pues solo al estar con el, se mantenía latente su corazón, aunque cada vez sus latidos fuesen mas débiles. Ella se estaba marchitando. Su dolor llego al punto en que solo quería oírle decir al jarrón que ella lo completaba, pues ¿de que sirve un jarrón sin su flor?

Ella estaba triste. No sabia que hacer pues tenia miedo a perderle y morir de pena.

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